jueves, 18 de noviembre de 2010

“Bienvenida, licenciada”

Adriana sabía que José Luis quería con ella desde que la conoció, el día cuando el jefe la paseó por la oficina principal de la agencia para presentársela a todo el personal. A ella también le gustó él. Se le notó en la mirada, en sus exóticos ojos oscuros con esa forma que dan la sensación de que siempre están tristes.

- Ella es Adriana Bravo, la nueva jefa de Diseño Gráfico-, dijo el gerente.

- Bienvenida, licenciada. Un verdadero placer conocerla. Soy José Luis Urdaneta, Editor de Redacción Creativa.

Él extendió la mano y tomó la de ella, dándole un apretón firme que la mujer respondió con seguridad. Los breves segundos que transcurrieron mientras se miraron fijamente, fueron como la llave que abrió una puerta que, pocos días después, los llevó a las profundidades más oscuras de la lujuria.

Durante la jornada laboral conversaron, se pusieron al día en cuanto al funcionamiento de la agencia y las expectativas profesionales del equipo de trabajo. Entre una cosa y otra se comentaron detalles de la vida personal de cada uno, entre las cuales José Luis halló la perfecta excusa para estar un rato a solas con ella.

- Es que como soy nueva en la ciudad, no he traído desde Caracas mi camioneta. Tengo el apartamento hecho un desastre, ni siquiera he desempacado la mudanza-, comentó.

- Pues cuenta con mi ayuda, y por lo del transporte no te preocupes, Adriana, yo desde hoy puedo darte la cola hasta que traigas tu vehículo-, se ofreció él, sin permitirle negarse de ninguna manera.

La noche de ese día, salieron juntos de la agencia y cenaron camino al piso de ella. José Luis sólo charló, comió y la dejó en la puerta del edificio, como todo el caballero que es, con la promesa de ayudarla a desempacar dos días después, el sábado, día que, además, escogieron para que él la llevara a conocer la playa.

Pero el viaje al mar nunca se dio. Desde el mismo momento en que José Luis atravesó el umbral de la puerta, entre él y Adriana todo cambió. Atrás quedaron las palabras escogidas, las distancias verbales, las falsas ganas de ser políticamente correctos y la norma empresarial de prohibición de relaciones entre los empleados. Mientras abrían cajas y acomodaban adornos, muebles, libros y gavetas, las voces se tornaron más profundas, las frases más directas y el doble sentido dejó de serlo.

El juego de seducción los sorprendió en medio de temas de Buddha Bar, incienso y tragos de Smirnoff Ice. Ella no dejaba de mirarle el “paquete” a José Luis, abultado de tanto desear el paso siguiente y por el efecto del estimulante aroma de la piel de Adriana. Ella se fue a su habitación y regresó vestida con una delicada bata de seda, estampada con figuras asiáticas. A él, el pecho le latía como estampida de animales, al observar aquella bella mujer, con roja cabellera y piel exageradamente blanca. Se le acercó por la espalda y, mientras con un brazo la estrechó contra su cuerpo, con la otra le apartó el pelo para besarle la nuca. Allí descubrió una espalda y unos hombros salpicados de doradas pecas y la ausencia del sostén.

José Luis la giró tomándola por la cintura, dejó caer sus manos sobre los firmes glúteos de Adriana y acercó su rostro a milímetros del de ella, esperando a ver cuál de los dos sucumbía primero al deseo de enredar sus lenguas y mordisquearse los labios. Mientras arriba había una guerra de egos cara a cara, abajo las caderas de ambos se dejaban llevar por las notas de Une Table À Trois, momentos que ella aprovechó para explorar, al contacto con su bajo-vientre, la dureza de la erección de él.

- Se siente grande-, dijo Adriana con la voz entrecortada.

- Cuando quieras lo verificas-, respondió él con una sonrisa pícara en el rostro.

Las bocas se juntaron y la seda china se discurrió hasta caer al piso. Ella quedó plenamente desnuda, con los pezones erectos rozando el pecho de quien ahora se convirtió en su amante. Sin mucho protocolo le quitó la camisa y lamió las tetillas. Decidida a dirigir el concierto, se posó de rodillas sobre la alfombra y con decisión terminó de desvestirlo mientras él sólo se dejaba llevar.

La sospecha de Adriana era cierta: las dimensiones del falo de José Luis sobrepasaban sus conocimientos previos de anatomía masculina. Emocionada, comenzó a besarle los testículos, a lamerlos, chuparlos. Con una destreza sorprendente, pasaba la lengua desde la base hasta la cabeza, acariciaba sus labios con toda la longitud del hombre, mientras él se halló perdido en un mar de sensaciones genitales. Lo mejor vino poco después, cuando Adriana abrió la boca para chupar la pieza completa. Fue un juego de lengua, paladar, garganta y unas manos traviesas que pusieron a José Luis en su punto.

Hambriento, él la levantó y la cargó hasta la habitación, la posó sobre la cama, le separó las piernas y tras unos segundos de contemplarla desde los ojos hasta la perfecta depilación púbica, se dedicó a devolverle la maravillosa estimulación oral que ella le brindó. Enterró el rostro en la entrepierna de Adriana y le comió el coño hasta hacerla explotar en un primer orgasmo que la sacudió como descarga de alto voltaje. Pocos minutos pasaron cuando él fue por lo que ahora consideraba suyo. Se subió sobre su amante y posó la punta de su palpitante pene en la entrada vaginal. Le advirtió que lo que vendría tendría de todo, menos marcha atrás, y se fue metiendo en ella poco a poco, hasta introducir los 21 centímetros de virilidad que la naturaleza le proporcionó.

Ella los recibió gustosa y en interminables zigzagueos de cadera consiguió su segundo orgasmo. Le pidió que le permitiera llevarlo al climax y él accedió. Lo acostó boca arriba, le separó las piernas y se dedicó a darle una mamada espectacular. No dejó nada por fuera: le comió el falo, los testículos y mucho más abajo serpenteó la lengua en el “patio” de José Luis, sin dejar de acariciarle el miembro. Él se dejó llevar ante tan entregado desempeño de Adriana, quien parecía querer comerse vivo a su compañero de trabajo. Y así, ella logró su objetivo. Llevó al hombre a punto de ebullición haciéndolo acabar dentro de la boca, sin dejar que se desperdiciara ni una gota de semen. Se lo tragó.

Amanecieron juntos dos días seguidos, aunque las cajas con la mudanza permanecían casi intactas. El lunes salieron del apartamento rumbo a la agencia. Llegaron por separado.

-Buenos días, licenciada, ¿cómo estuvo su fin de semana?, preguntó José Luis.

-Buen día, colega. Todo muy bien, gracias. ¿Y usted?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiado erotico y sensul el relato... Ohh si!!! Jijiji. Tan interesante y creativo como los otros, sencillamente divino!!! Gracias por hacernos sentir con tus letras!!

Andreita dijo...

Excelente!
Besos y éxitos, mi Juan!

Andrea Hernández dijo...

Excelente!
Besos, mi Juan.

Anónimo dijo...

A veces el vértigo de leerte es demasiado. Pero esa sensación no la cambio. Gracias por volver!!! Estaba muy estresada... Me gustó mucho Licdo. Urribarrí hahaha :)

Anónimo dijo...

Ser o no ser no tiene padrote...Pero este no es menos importante por ser seguidora fiel de sus escritos...Exitos..!!(Gaby)Pto la cruz

Luis Guillermo Franquiz dijo...

Ciertamente, va siendo hora de organizar una antología. Cada uno está mejor que el anterior. Tenía pendiente comentártelo. Gracias por compartir estas historias irreverentes. Un abrazo.

RosaMaría dijo...

Pues sí que está bien llevado, ritmo, erotismo y final. Tus relatos son didácticos, no dejan nada a la imaginación. Un saludo afectuoso.

Anónimo dijo...

Hola cantinero!!!!!!! Ya ví que pasaste por mi espacio :) respecto al post a ver, a ver... Tú sabes que estas calentando motores como dijiste y esto se trata de reinventarse y plasmar en letras emociones, deseos, facultades literarias, pasión etc etc. Después de la sequía en la cual nos sumiste que hayas regresado con este post está genial pero para mi hay otros mucho mejores que este, pero de todas formas muy bueno como siempre. Ojalá sigas creando, se te extraña mucho. Bienvenido a tu cantina de nuevo!!!!! Besos :)

P.D. Aún no logro olvidar que un día prometiste hacer un post erótico en lenguaje maracucho jejeje. Será que complaces al público aunque sea una vez? jijiji.

Anónimo dijo...

Excitante, definitivamente amo el sexo, y a ti por hacérmelo sentir así.

Anónimo dijo...

Empecé a leer tu escrito con cierto interés, hice un esfuerzo por terminar de leerlo y llegué a la conclusión que de erótico y literario no tenía nada porque tus descripciones me dan a entender que eres un "escritor" forzado y vulgar y que no transmites la verdadera esencia del erotismo literario, te recomiendo que leas. Me parece que eres un pervertido y mentiroso, que sueña con tener 21 cms en su otra cabeza porque la que llevas sobre los hombros no sirve para nada y está conectada directamente con la cabeza de tu seguramente diminuto y triste pito. De nuevo te recomiendo que leas y lamento que haya gente que te celebre tus escritos baratos, seguramente es gente tan perdedora como tú o que no ha tenido una verdadera relación íntima con alguien que no sea un sexo pago. Sí, sé que es bastante largo esto que te estoy dejando aquí, pero lo menos que puedes hacer es leerlo, como yo que tuve que aguantarme toda tu mierda.

Juan Luis Urribarrí dijo...

Para el último anónimo: Gracias por tomarte la molestia de leer y el esfuerzo de comentar. Prometo acatar tu recomendación y leer más y mejorar, esa es la labor.

Con respecto a los adjetivos que usas para dirigirte a mí, pues sí, soy un poco pervertido, a veces mentiroso -como cualquiera-; no aspiro a tener 21 cm de "pito", nunca hace falta tanto. Te aclaro: mis escritos no son baratos, son gratis, por ello están al alcance de quien los quiera leer en este blog.

Lo que no comparto ni permito es que ataques y arremetas(en un evidente descargo de frustración absurda de tu parte) contra quienes este blog visitan y comentan, muchos de ellos con NOMBRE Y APELLIDO y que no se excusan en el anonimato para criticar lo que aquí se publica.

Al final, las estadísticas de visitas a este espacio son la mejor evidencia de quién llega, desde dónde llega, quién se queda y por cuánto tiempo, quién comenta y quién no lo hace. Si no te gusta el contenido, pincha en "Siguiente blog". Si quieres criticar, para bien o para mal, adelante. Pero si no quieres hacerlo en el marco del respeto hacia el autor, al menos tenlo con los comentaristas, quienes no tienen nada que ver con tu aparente "asunto personal" conmigo.

Saludos, y reitero, gracias por leer y comentar