viernes, 15 de febrero de 2008

“¿Tu sabes cuánto duele un tiro?” (De la serie Montaña rusa)

Parte I

Fabricio necesitaba cambiar de turnos ese día para resolver un papeleo de la venta del Jeep. No me negué, nunca lo hago, yo soy así. Al final pensé que llegar algún día a casa antes de la medianoche no me caería nada mal, es decir, sería bueno para los dos. Ese miércoles 23 de enero de 2008 pensé en ver mis programas favoritos en horario estelar: Standoff, Law & Order, CSI. Poco podría imaginarme que ese día viviría mi propio capítulo en una trama de acción como las que tanto miro en la TV.
Todo ocurrió alrededor de las nueve y media, la noche era clara y estaba ambientada con la brisa fresca de enero. Había poco tráfico, tal vez por ser día festivo nacional. Fue como un alivio para mi agotada existencia laboral ver comercios abiertos al salir de mi turno, nunca pasa, menos en esta ciudad donde hasta las panaderías las cierran a las seis de la tarde. Esa noche comprendí por qué.
Once minutos después de abandonar la oficina ya estaba entrando a la urbanización donde vivo, un conjunto de quintas variopintas, que desde sus fachadas demuestran la diversidad de “bolsillos” que aquí cohabitan. Es un buen sector, de clase media trabajadora, la mayoría familias grandes con perros y carros en el garaje. Estoy instalado, en un anexo alquilado, desde que se litiga mi divorcio. Es muy cómodo. Acá se cuenta con todos los servicios.

Como es mi costumbre, ya cercano a la casa llamé desde el teléfono móvil a mi enamorada. Es un método de doble finalidad: la primera reportar mi llegada “en buen estado” al anexo y tener la última conversación del día. Luego de dar una vuelta “de reconocimiento”, para percatarme de que no habían riesgos de seguridad, mientras charlaba por teléfono estacioné mi Hyundai Tucson en la calle, al frente de la quinta, donde siempre. Cerré el switch, puse el “trancapalancas”, descendí y no di más de cinco pasos hasta la reja. Metí la llave en la cerradura sin interrumpir la conversación, giré la llave, abrí y entré. Sólo faltaba un centímetro para que la puerta cerrara cuando, de manera atropellada, un hombre que segundos antes salió de un carro que permanecía estacionado a pocos metros, impidió a empujones que se trancara la reja. Entró como descontrolado, violento, en su mirada se vía una mezcla de miedo y convicción, se le notaba que en esa dualidad de sentimientos era capaz de cualquier cosa, y de eso no me quedaron dudas cuando, para que dejara de hablar por el celular, introdujo el cañón de la pistola en mi boca.

- ¡Ptssssssss! Cuelga la llamada, cuelga la llamada o te mato. -Me ordenó tratando de susurrar para que los dueños de la casa no notaran lo que ocurría, pero era demasiado tarde. Los perros habían desencadenado el escándalo-.
- ¡¿Qué pasa ahí?!, -gritó mi casero golpeando la puerta de madera que lo separaba de mi dramático escenario-.
- Nada, Oscar, tranquilo… no pasa nada -alcé mi voz temblorosa tratando de evitar que esa puerta se abriera y ocurriera una desgracia-.

Luego de registrarme para asegurarse de que no estaba armado, el asaltante afincó en cañón en mi espalda y me obligó a salir de la casa. “Abre la camioneta”, me dijo, “móntate, móntate”. Tal vez sin pensarlo pero de alguna manera seguro de que la apuesta me saldría bien, decidí tomar el control del asunto apoyado en el pánico que por los poros manaban, tanto el hombre de la pistola como el joven que nos esperaba afuera, su cómplice. Les dije que si la gente de la urbanización, lo veía tras el volante levantaría sospechas, por lo cual en cuestión de segundos lo convencí de que lo mejor era que yo condujera. Y así fue.

Encendí el motor sin quitar el “trancapalancas”, lo cual puso nerviosos a los asaltantes, quienes, cuando les dije que debía cerrar el switch para quitar el seguro, pensaron que era una forma de dilatar el secuestro. Volvieron las amenazas de muerte y volví a ver de frente el fierro cerca de mi rostro. Olía a aceite 3 en 1, vi la marca: era Beretta, probablemente de calibre 9 milímetros, no creo que menos.
Fueron segundos que parecieron siglos, entre el momento en que dije lo que dije y el momento en que les espeté con convicción: “si no saco el seguro no podremos arrancar”. Mis ojos no dejaron de mirar los del hombre de la pistola. Accedió.

Luego de salir de la urbanización, me exigieron, ya en un tono más sosegado, que detuviera la marcha y que me cambiara de puesto. Todos nos cambiamos. Yo quedé adelante, de “copiloto”, el hombre se puso tras el volante y el joven se fue a la parte trasera. Allí el hombre le entregó la pistola y le recordó las instrucciones: “si intenta algo mátalo, si se pone Popy (payaso) mátalo”. “Noooo, yo creo que él sabe que si inventa, si loquea, es hombre muerto, ¿verdad?”, me preguntó el chico mientras acariciaba la punta del arma en la parte posterior de mi cabeza.
Les dije que conmigo no tendrían problemas, que iba a colaborar con ellos. Fue cuando el hombre reveló sus intensiones: “Si te portas bien todo va a salir bien y esto terminará rápido. Nosotros sabemos que tu trabajas para ganarte la platica y por eso no te vamos a quitar la camioneta, no queremos la camioneta, lo que queremos es dinero. Vamos para un banco y vas a sacar todo el dinero que tengas disponible, después de eso te dejamos ir tranquilito. ¿Trato hecho?” –Preguntó, a lo que respondí de la única manera que podía- “Trato hecho”. Total, la oferta era alentadora si tomaba en cuenta que, si me negaba o los hacía sospechar que no conseguirían su cometido, iba a pasar de ser reportero de sucesos a titular de última página… CONTINUARÁ

11 comentarios:

Luis Guillermo Franquiz dijo...

Me alegra saber que estás bien. Apaciguar tus demonios a través de las letras es una excelente terapia, altamente recomendada.
Espera correo mío pronto.

Unknown dijo...

Dale hermano ya lei la primera parte, continua asi que vas mas finooooooo.

Ya se me adelanto un pajuo de tus panas pero tratare de ser el primero en el proximo.

Besos

Anónimo dijo...

Desde hace un tiempo he pasado a menudo por estos lados a ver si aparecías. Me gusta el fondo y la forma de tus escritos anteriores y decidí autoinvitarme a este rinconcito. Hoy por fin apareces y me encuentro con este escrito que me ha dejado con las pulsaciones aceleradas (y no precisamente por una historia agradable) e imágenes que se atropellan en mi cabeza haciendo conexión con sensaciones reales o imaginarias.
A pesar de que llegué en este momento quiero que sepas que me alegra que estes "bien" y me tranquiliza saber que drenas las emociones mientras escribes; lo que te hará superar este mal momento.

No acostumbro dar besos o abrazos de entrada pero pienso que es reconfortante recibir uno en determinadas condiciones. Por eso pues, un abrazo para ti con todas las energías más positivas.

Cuídate! y saludos.

@JesusMaury dijo...

es real lo que relatas?

lei la mitad, esta intersante y preocupante cmo esta la inseguridad aqui, el aire de mi carro se dano y no te imaginas como ando manejando.. viendo a todos lados. Tanto asi que parezco novato cuando arranco se me apaga el carro pero es por lo observador que ando.. cerrando la ventana si veo algo raro, etc.

Ah no llegue al final porque la musica, de pana, que ladilla je je no pude apagarla (si que gallo, no pude)

Anónimo dijo...

Y la segunda parte para cuando?
Pero una cosa lo importante es que estas bien, pero que peligroso donde vives,a si es en todos lados? Que impresion.

Saluditos

P.d. echate un tequilita derecho pal susto!

Artes-ReneeRojas dijo...

Jajajaja... Que suspensooo! Está muy bueno, aunque para ser la primera parte contaste casi todo lo ocurrido, es fácil imaginarse el resto, sin embargo, no le quita emoción y llena de ancias por leer el resto! Apurase con el resto profe, o debo quizas llamarle "casi titular de ultima página".. Jeje Suerte!

Ideas Nuevas dijo...

Jeje verga Juan tienes una suerte pa que te roben nojo... Pero no se puede negar que eres valiente... Ta bueno el cuento quiero leer lo demás pero así de rapido... No vayas a tardar como con la campaña LEE por favor... Saludos un abrazo y gracias a Dios no pasó nada

Chapellina dijo...

Vergación!

Después de viajar por la 1era parte de esta montaña rusa, sólo te puedo decir que, "ME ALEGRA QUE ESTES BIEN". Tremendo susto que has vivido.

Saludos...esperando la 2da parte!
;-)

Mona dijo...

Dar gracias a Dios es una de las cosas mas importantes que debe hacer despues de haber tenido esta experiencia. Es ironico como cambia la vision de vida luego de estos sucesos. Y aunque parezca extraño en un futuro, tal vez agradezca lo que paso.

Entendiendo completamente sus sentimientos...
Su alumna.

Profana dijo...

No lo puedo creer, bendito Dios estás bien y lo cuentas, quizá escribirlo pueda exorcizar un poco la experiencia.

Espero la segunda parte, mientras un Ron no me haría mal....

Karla Pravia dijo...

Te digo algo? pienso igual que pat@ncit@.. tomate el tequila.. estas vivo para contarlo y eso es lo que vale..

Saludos de guerrera!