jueves, 6 de marzo de 2008

3 “¿Tu sabes cuánto duele un tiro?” (De la serie Montaña rusa)

Parte 3 (y última)



Fueron minutos extraños hasta que el hombre regresó con mis tres tarjetas y todo el efectivo que logró sustraer de las cuentas, el equivalente al máximo de retiros diarios establecido “por seguridad” en la banca privada: 300 bolívares fuertes de cada una, para un total de Bs.F 900, el equivalente a 419 dólares americanos. El hombre me devolvió las tarjetas. Su intención no era despojarme de documentos como lo había advertido al principio del “Secuestro Express”, como le decimos acá en Venezuela, “Ronda Millonaria” o “Paseo Millonario” le dicen en algunas ciudades de Colombia y México, según he leído por allí.

Ya todo estaba por terminar, pensaba yo. Imaginé que pronto los ladrones harían trasbordo a algún vehículo cómplice y me dejarían volver a casa, sin dinero en los bancos, pero vivo y con mi camioneta como lo habían prometido. Pensaba en eso cuando comenzó la conversación más absurda que he tenido en mi vida. Creo que ni durante mi adolescencia rebelde, cuando fumaba algunas plantitas medicinales, había caído en una charla tan “sin sentido”.

-Pana, tu que eres periodista, ¿vas a escribir una noticia de este robo?- Preguntó el más joven. -¡Claaaaro! ¿Y cómo no hacerlo? Será una historia vívida, real. No podría ser más veraz, dado que yo soy la víctima. A mí nadie me está contando nada, esto lo estoy viviendo en carne propia. No hay manera de errar en los datos- contesté.
¿Y vas a contar todo, cómo lo vas a escribir? ¿Y eso se va a leer en El Tiempo (el periódico donde trabajo)?- insistió el chico.
-Pues sí, vale, va a salir en El Tiempo y, bueno, escribiré todo tal cual me ocurrió: la hora del suceso, el número de asaltantes, el modus operandi, el sitio donde me “entromparon”, las amenazas de muerte, el acuerdo al cual llegamos, los montos sustraídos de mis cuentas y el desenlace de la historia- le expliqué, de la manera más pedagógica posible, para que comprendiera lo que en periodismo llamamos la regla de las 5WH.
-¿Oíste, bicho, el pana va a escribir un reportaje del atraco y va a salir en El Tiempo- dijo el más joven dirigiéndose a su socio.
-¿En serio?- preguntó el hombre con tono de voz y cara de interesado en el tema, más bien emocionado por la idea de salir en el diario.
-¿Y qué nombre nos vas a poner?- preguntó el mayor, ya con cara de circunspecto, tal vez interesado en los detalles de la historia.
-No sé -dije- El nombre que tu quieras que te ponga. A ver, ¿cuál te gusta?– pregunté con una sonrisa de falso jefe de casting tratando de seducir a la modelo.
-Vale, pon que te atracó “el cacique”– dijo el hombre.
-¡Hey!... “el cacique” y “el tom”– espetó el muchacho en un claro reclamo de su cuota de protagonismo. El hombre lo miró con el ceño fruncido y mirada severa, devolvió la mirada al frente y sentenció: “¡No jodas! Qué ‘tom’ ni qué carajo. Que ponga que lo asaltó la banda de ‘el cacique’, y ya”, dijo con firmeza. Luego el silencio.

Pero la promesa de una reputación bien publicitada de gratis no fue suficiente oferta. Mis captores querían más, y ya no me quedaba más qué ofrecerles. No fue necesario que les hiciera una propuesta, aunque sabían que habían blanqueado mis cuentas, ellos quería más. “Fírmame cheques”, exigió el hombre. “De qué te van a servir”, le contesté y le expliqué que mis chequeras corresponden a las mismas cuentas que acababa de saquear. “Es muy poco dinero”, gritó golpeando el volante mientras conducía sin destino. Estaba molesto, decepcionado. Le parecía poca la cantidad de dinero, le parecía ilógico que, con mi camioneta y mi apariencia, no gozara de más solvencia. “Tu tienes dólares, joyas… dame más real, esto es muy poco”, se quejaba. “No tengo, se los juro”, les dije con serenidad, en tono de convicción. Poco después de estacionaron en un punto intermedio entre mi casa y el centro comercial dónde están los bancos. Registraron la Tucson más profundamente en busca de otras cosas que llevarse. Cargaron con alguna ropa que tenía y otros bienes menores, la chaqueta que llevaba puesta, un sombrero de Riohacha que me regaló mi madre y, de no ser porque llevaba zapatos viejos, me los habrían llevado.

La rabia y frustración del hombre iba en aumento, el más joven sólo escuchaba. Volvió a conducir y, a medio kilómetro de mi piso me exigió que me bajara de la camioneta. “¿¡Cómo es la verga!?” dije alzando la voz, en una muestra de rechazo por la propuesta. -No, no, no… un momento. ¿Qué es esto? ¿Y no recuerdas el trato que hicimos? Pues te lo recuerdo: dijiste que si colaboraba, que si no payaseaba, que si te daba ‘platica’ me ibas a dejar ir, que no querías la camioneta. Pues yo cumplí mi parte y exijo que cumplas la tuya- sentencié de manera firme.

“Mira mi pana –me dijo sosegado- tu dinero es muy poco, necesito la camioneta para hacer un trabajo. Bájate, vete a tu casa, no llames a la policía, no denuncies el robo del vehículo y te prometo que mañana encontrarás tu carro en el estacionamiento de Central Madeirense, el de Puerto La Cruz (un supermercado). No llames al gobierno, tu no sabes con quién estás hablando y si denuncias en seguida me van a llamar para avisarme. Te conviene no denunciar, porque, si lo haces, cuando la recuperes vas a pasar varios meses con el carro retenido en la Fiscalía y luego otro tanto para que lo borren de la pantalla del Sipol (Sistema de Información Policial). Vete a tu casa, estás cerca”.

Lo miré fijamente a los ojos, el no dejó de observarme mientras pensaba. No sé cuánto tiempo pasó mientras nos veíamos fijamente a los ojos, él leyó mi rabia. “No te creo, pero lo haré –dije calmado- Claro, como ustedes son los arrechos, los que andan armados, creen que pueden cambiar las reglas a su antojo. Yo soy un hombre y tengo palabra. Yo contaba con la tuya. Pero está bien, váyanse, llévense la camioneta y ojalá estés diciendo la verdad. No voy a denunciar, te voy a dar 24 horas. Pero eso sí: no vayas a matar a nadie utilizando mi camioneta porque así sí es verdad que me escoñetas la vida”. Abrí la puerta, salí, caminé unos pasos, detrás de mí escuché el chillar de las ruedas y sentí el olor de caucho quemado.

Lo que vino después lo voy a resumir diciendo que no cumplí mi promesa y, en menos de media hora, había una comisión de la policía rodeando mi camioneta en un sector marginal de la ciudad. Una llamada, una clave, y mi vehículo estaba de nuevo en mi poder. Los ladrones no estaban a bordo. La habían dejado cerrada, con la alarma armada, estacionada junto a varios carros al frente de un edificio, como si su conductor estuviera visitando a alguien en ese condominio. Luego el papeleo y ya. La pesadilla terminó.

Luego de eso, he meditado tanto. He pensado en tantas cosas. En los posibles desenlaces que esta historia pudo tener, los buenos y los fatales. Pienso en eso y todo se resume en un solo sentimiento, una sola pasión, una sola persona: mi Verónica Ámbar. No sé si lo que hice fue inteligente, si fui estúpido o simplemente afortunado. Sólo sé que mi hija me tendrá por una temporada más y yo a ella. No sé cómo es estar muerto, pero debe ser muy triste y solitario. Sin poder besar a Vero, sin oler sus pies cuando le quito los zapatos para que vea la televisión acostada en mi cama, sin desenredar su cabello, sin recibir sus “besos ametralladores” o sin poder jugar a las escondidas dentro del carro. Sin cepillar sus dientes separados o montarla sobre mis hombros cuando le “duelen los pies” de “tanto caminar”. Sin hacerle cosquillitas y recibirlas de ella, sin escuchar sus historias asombrosas de ranas y princesas. Sin asombrarme casa día por sus nuevas destrezas o su capacidad de negociar una Cajita Feliz de la cual casi nunca se come el contenido, sólo para quedarse con el juguete.

Después de lo ocurrido he pensado en volver a ser yo. No me parece mala idea ser un poco irresponsable en el trabajo si se trata de pasar más tiempo con mi hija. Y quién quita y tal vez hasta pueda renunciar a la esclavitud de la Sala de Redacción para darle más cantidad de tiempo a mi pequeña. Quizás deba aprovechar que estoy vivo, y vivir. No dejar mi mejor parte en la silla de la oficina. No tener que decirle a mi hija “no puedo porque debo trabajar”. Más bien tener un trabajo de gente, y no de dedicación exclusiva. Tal vez renuncie, tal vez deje de ejercer el periodismo, o al menos hacerlo de manera independiente. Quizás monte un bar, una cantina. Mi lugar soñado, donde pueda servir tragos de licor con receta original. Tal vez estudie Cocina, como tanto he querido, o Derecho, o lo que sea. A lo mejor vuelva a “mochilear”, tal vez viaje… tal vez viva mi vida, quizás recoja a ese Juan Luis Urribarrí que soñaba y hacía realidad sus sueños. Sé que en algún lugar del camino me debe estar esperando.

Ya para finalizar sólo me queda expresar que le agradezco a Dios por darme una nueva oportunidad de vivir, de estar con mi hija. Estar vivo es bueno, muy bueno. Quiero estar vivo lo suficiente para darle a Verónica Ámbar un poco más de mí y poder seguir disfrutando de su inmejorable compañía… Amén.


16 comentarios:

Artes-ReneeRojas dijo...

Hey hey, voy a estrenar este post! Jaja... Un hijo, no se que es tenr uno aún. Pero si duele como un padre, como una madre, como un hermano u otro familiar entonces sientase afortunado de estar todavia con vida. Que odisea la que vivió. Estoy de acuerdo con que renuncie, total, El Tiempo al lado de ¡OTRA VOZ! no es gran cosota Jajajaja... No no, es jodiendo. Pero el tiempo que pueda dedicarle a su hija será la mejor obra la cual se sentirá orgulloso por el resto de su vida.
Ya es hora de dejar los caminos en montañas rusas para caminar por los pacificos paseos de las praderas, tranquilidad, meditación y serenidad con todo en un camino natural para reflexionar.

Anónimo dijo...

Hola, Me has dejado fria!,que experiencia, que barbaro, pero gracias a dios saliste con vida, cuanta gente no corre con la misma suerte que tuviste tu, en serio, que valor de decirles NO, que valor! te felicito por esos grnades que tienes! de no dejarte sobajar mas.
Si tu decision es renunciar, renuncia, y vive a vida al maximo, que solo tenemos una y es tan delgada la linea que de un momento a otro se puede romper, mucha suerte!

Definitivamente necesito un tequila doble con cara de triple, te sirvo uno?

Un beso y otro para Véronica Àmbar

Ari dijo...

Tremenda ezperiencia, de imaginarmelo me dio caga porque tambien soy de puerto la cruz, asi es q bueno q le hechen un cuento a uno con detalles y bien contado, no tengo hijos hace año y medio tengo una sobrina y de verdad cuando hablaste de tu hija se me aguaron los ojos porque pense en mi sobrina, gracias a dios no te paso nada pana.

Y puedes pasar por mi blog que hay un Premio para tu cantina

Abg. PATRICIA S. SALAZAR C. dijo...

hola felicidades por el premio, muy interesante tu blog, saludos.

Ideas Nuevas dijo...

Que arrecho que todo esto del tipo bravucón y muy sicólogico con los malandros, que toda esta experiencia de la vida y la muerte y que el hecho de cumplir o no con la palabra de hombre se resuma o concluya en apreciar mejor las cosas más sencillas de la vida, esa que tenemos en frente y no nos damos cuenta hasta que nos grita en la cara... Besos... Gracias a Dios porque nos pudiste echar el cuento...

El Miguel ... dijo...

mas de un venezolano ha vivido tu historia !!! soy periodista en la mencion audiovisual un cortometraje con la calidad de tu vivencia seria un exito rotundo!!! me alegro que estes bien a la final es lo que importa! Ojala Nuestra Venezuela volviera a tiempos pasados!!!

Dios te cuide a ti y a tu hermosa niña!!!

te linkeare en mi blog me resulto interesante tu cantina!!!

El Miguel

Adiu

Unknown dijo...

Que buen escritor eres, deberíamos fusionar algunas ideas y hacer una historia de la que ambos hemos vivido para ver que resulta. Recuerda que somos un buen equipo y te apuesto que debe salir algo bueno para que afoquemos a nuestros lectores.

Me gusto como lo relataste todo.

Besos Hermano!

Ari dijo...

Hola Juan Luis, paso por aqui para decirte lo de los botones en el blog, me gustan mucho estas cosas y parece q gusto un poco y es sencillo.. =)

Los botones los hice a partir de esta Página Cooltext.com, hay varios tipos de botones, yo hice este alli encuentras la parte para diseñarlo, ponerle color, texto, tamaño, efecto y otras cosas.

Luego que terminas, que le das en Render Button te dan dos imagenes, una que es la original y la otra que es el efecto que tendra la misma al pasar el cursor, porque en realidad son dos imagenes en una, ese par de imagenes las subes en el servidor que uses, yo uso el popular Flickr,luego para colocarlas en el blog usas el codigo que te da la pagina MAS las direcciones de tus imagenes ya montadas en el servidor de esta manera.

<img onmouseover="this.src='http://IMAGEN_SECUNDARIA.gif';"

src="http://IMAGEN_ORIGINAL.gif"

onmouseout="this.src='http://IMAGEN_ORIGINAL.gif';"/>

Cualquier cosa no dudes en decirme.. saludos

Anónimo dijo...

Hola ex profe, dejeme decirle que lo que vivio es algo muy traumante y que muy a menudo lo viven los Venezolanos, en su caso corrio con suerte de poder contarlo porque la mayoria de las veces no sucede asi, sim embargo hay que darle gracias a Dios por cada aliento, por cada suspiro que de por que lo material se recupera una vida no. Su hijita debe sentirse muy orgullosa del padre que tiene porque no dejo de pensar en ella aun cuando lo apuntaban con un arma!!! Y yo me siento muy orgullosa por haber tenido un profesor tan excelente como lo es Juan Luis Urribarrí!

Salu2, se le quiere!

nickjoel dijo...

no conozco lo que duele una bala, pero si conozco lo que es sentir la muerte cerca de ti. Y la verdad la sensacion es rara, fea, vaga. Esta es una nueva oportunidad de vida. Ojalá sea aprovechada al maximo. No es tu tiempo de irte sino de continuar el camino del exito. Y que sigas queriendo y apapachando a tu hermosa hija. Que es un gran regalo de Dios.....

NeoGabox dijo...

Pasando a dejar Saludos por aquí...
Y esperando la continuación... :D

"Saludos Monocromáticos"

Carlitos dijo...

Esperaba esta parte final para comentarte algunas cosas y la primera que se me ocurre es que no se me ocurre cómo podría ser la vida sin ti.
No entiendo como algunos de los eslabones que hacen nuestra cadena se han roto, otras veces no he entendido como nosotros mismos hemos logrado reparar otros que hemos roto por razones que bien sabes que no vienen al caso.
Sólo sé con certeza en este momento en el que vivo otra nueva decepción -gracias a Dios no amorosa- que agradezco a Eru que te haya dejado en medio de mi historia por un tiempo más, que espero sea muy largo. Te recuerdo que las estadísticas dicen que debo morir primero y las estadísticas siempre tienen la razón, así que a hacerles caso.
Creo que ya una vez te dije que has llegado mucho más allá que lo que me permití creer hace unos 15 años, por decir un número. Me diste con un ladrillo en la jeta y eso me enorgullece, eres un redactor admirable, un hombre respetable y un muy querible amigo.
¿Por qué coños no eres marico?
Te amo, a nuestra manera, espero no lo olvides.

Karla Pravia dijo...

Has descrito magistralmente la barrera entre la vida y la muerte, cuando el ser humano cae en conciencia de su vulnerabilidad y procura ser más feliz. Pero en cuanto al amor por tu hija creo que no hay nada más comparable. El corazón te dictará que será lo mejor para tu vida y la de ella.

Saludos de guerrera!

Anónimo dijo...

Viejo, parafraseando a Fito Páez: Hay que vivir, hay que rodar la vida.

Por eso renuncié a El Tiempo. Y no se si me recuerdes.

Te invito a visitar el Diario de un desconocido:

http://eldiariodesconocido.blogspot.com/

Un abrazo.

Maguita dijo...

Hola Juancho...cuanto tiempo...impresionante tu experiencias por ti y por la niña princesa le doy Gracias a Dios, que todo salio bien y como no iban a recuperar tu vehiclo... cuantos años en la fuente y cuantos contactos. Gracias por relatar la experiencia mas comun en Venezuela y por regalarnos tu redacción una vez más.
Besos Juan Luis y muchos cariños.
Magglys (no se si me recuerdas...La chique - por si acaso)

Profana dijo...

Queridísimo cantinero:

Híjole... qué experiencia tan fuerte. Primero que nada, ahora que leo el descenlace de esta historia (y probablemente el inicio de otra), el agradecimiento resulta obligado, tanto por compartir algo tan difícil para tí, como por hacerlo de la forma más hermosa que se me ocurre. Verdaderamente hiciste subir mis revoluciones cardiacas conforme avanzaba en la lectura.

Segundo, debo también ofrecerte la más sincera de las disculpas por el momentaneo abandono a esta tu Cantina, pero he cambiado de trabajo y los inicios son complicados y hay mucho trabajo por hacer... eso sí, llego tarde tarde, pero segura.

Y Tercero: Me parece maravilloso que no hayas sólo pasado la experiencia y ya, sino que te haya "obligado" a redefinir ciertas prioridades y a darte cuenta de lo que es realmente importante y que a veces, la cotidianidad no nos permite ver con claridad.

Sobre todo, que bueno que estés bien.

Slds.